En una superficie plana, con las manos a la altura del pecho, abiertas a la anchura de los hombros; bajamos hasta tener la nariz a dos dedos del suelo, flexionando los codos. Subimos con fuerza, de manera rápida. Empieza bajando hasta donde puedas y rétate a bajar cada vez más. Si no puedes realizarlo, prueba a hacerlo con las rodillas en el suelo y las piernas cruzadas e intenta ir superándote semana tras semana hasta conseguir hacerlas sin apoyar rodillas.